Dios no es nuestro siervo: es nuestro Señor.
Debido a la descristianización y la secularización de nuestra sociedad, es común encontrar en muchos (creo que sobre todo jóvenes) una concepción de Dios un tanto soberbia, en realidad: la visión de Dios como una especie de genio de la lámpara, un Ser que le pides cualquier cosa y te la concede, porque su función es satisfacer tus deseos. Y todo sea dicho: nada más alejado de la realidad.
Dios es nuestro Señor y nosotros sus siervos, ese es el orden natural de las cosas, ya que Dios creó el cosmos, y como tal, lo mantiene y gobierna: dentro del cosmos estamos también nosotros, y a nosotros nos ha bendecido de forma singular, haciéndonos a su imagen, concediendonos raciocinio, intelecto, inteligencia y voluntad.
Por pura consecuencia, pues, nosotros poseemos un deseo natural de Dios en nuestros corazones, de ahí que el hombre busque a Dios de forma desesperada: busca a Dios para servirlo y amarlo.
En el proceso de búsqueda de Dios, es común que el hombre se convierta en esclavo de sí mismo, a saber, que se entronice a sí mismo: y no hay nada peor que ser esclavo de sí mismo, porque la voluntad de uno está limitada y sujeta a las bajas apetencias y pasiones del cuerpo, que son, como todos sabemos, demasiado mutables.
Y en esto está clara la realidad de que el hombre busca a Dios, porque cuando el hombre se hace esclavo de sí mismo, o por ejemplo, dedica su vida a x ideología política, lo hace por dar un sentido transcendente a su propia existencia. Y sabemos bien aquí que solo Dios puede dar pleno sentido a nuestra vida, al ser Eterno.
Hay una gran razón para servir a Dios: que haciéndonos sus esclavos (además de elegir esto libremente), nos liberamos del yugo del pecado. Somos libres. Pues mientras que el pecado y el vicio tan sólo generan cadenas, la virtud genera caridad y libertad, ya que eso es la libertad: vencerse a uno mismo para abstenerse de lo inmoral y abrazar lo moral, y a su misma Fuente, que es Dios.
Pero es que hay una razón más de peso: que Dios es nuestro Creador y Padre, y que por derecho natural, merece ser servido por nosotros, servido como un hijo sirve a su padre: por amor.
Viva Cristo Rey.
Pax et bonum +
Matthaeus, ancillus Domini.
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